Exposición Elefante Amarillo: la intervención de lo ficticio
El día de ayer el Rincón de los Títeres inauguró en Xalapa la exposición Elefante Amarillo, donde el artista visual, animador, conductor de tv y breakdancer Federico García expone su propuesta gráfica.
A propósito de dicha galería, presento a continuación un texto para entender mejor este trabajo que apela a nuestra intervención como espectadores.
La galería permanecerá "abierta" hasta el próximo mes y pueden var las ilustraciones en la Galería Peatonal Juegos Trazos y Colores, ubicada en las Rejas del Parque junto al Rincón de los Títeres de Merequetengue en Calle Juárez esq. Ávila Camacho, junto al monumento a la madre, entre los parques Bicentenario y Los Tecajetes, Centro de Xalapa, Veracruz.
Para mayores informes comunicarse al Tel.: (01228) 186 9941
O en la página de Facebook de El Rincón de los Títeres.
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Elefante Amarillo: la intervención de lo
ficticio
Federico García, quien reúne para esta
exposición una muestra de su trabajo como ilustrador, cree que los elefantes
amarillos no existen, pero si lo hicieran, sería muy difícil no verlos. Se
trata, por supuesto de un pensamiento optimista que surge de un entusiasta del
optimismo, pero quizá una realidad a la que nos ha acostumbrado este tiempo apresurado
que nos toca ver pasar es justamente la del cumplimiento paulatino de aquella
preocupación que compartían, cada uno por su cuenta, tanto Emile Cioran como
Aldous Huxley en torno a la relevancia de la producción artística y aún
informativa: que eventualmente los medios para difundir la obra y el
pensamiento serían tan democráticos que la expresión quedaría relegada a pequeños
nichos o sesgos de irrelevancia. Pero es también, gracias a estos tiempos, que
a la fatal tesis anterior puede oponerse un funcionamiento inverso: los
elefantes amarillos no sólo existen sino que, efectivamente, es inadmisible no
verlos.
Resulta imposible
abstraernos de los tiempos que corren. No estamos aislados y, si en algún
momento creemos estarlo, no se trata más que de una ilusión. Federico García,
nuestro elefante amarillo, opina también que la existencia misma es un lienzo que
se puede llenar con nuestras propias vidas y es así que decide llenar el suyo
con el paso del tiempo y el movimiento del paisaje, el congelamiento del
instante, el arte que sólo existe mientras se ejecuta, las fuerzas misteriosas
del alma, la vida en el vasto cosmos y las películas de bajo presupuesto. Es
así como los viajes, la fotografía, la música, el amor y las teorías
conspiratorias se combinan con la vida de la ciudad de Xalapa, el bote pateado,
las aulas y la cultura popular, mediante distintos estilos, texturas y
significados que nos arrojan ante una obra mesurada cuyas pretensiones son
ponernos de frente ante la grandeza de un mundo que reboza de júbilo en cada
rincón.
El mar y el viento atestiguan
esos momentos de júbilo. Las fuerzas elementales son importantes en esta obra,
ya sea como meros testigos o como protagonistas de las historias que el
espectador pueda formarse frente a estas semillas que son cada una de sus
imágenes.
La multiplicidad de
técnicas y ensayos nos arroja frente a un estilo en consolidación que opta por
no circunscribirse a una sola propuesta estilística, pero que funciona como una
centrífuga que busca transitar por vertientes bien definidas que intervienen el
collage, el espacio fotográfico y la ilustración misma, dando como resultado un
trabajo que no puede entenderse como la puesta en escena de facto de una situación ante nosotros, sino que debe asumirse como
una intervención más de lo que ya de por sí se muestra representado, con lo
cual el autor logra una tensión sutil a través de esas inmersiones a múltiples
niveles.
El resultado de esto
son collages e ilustraciones de diversa índole. En algunos casos se trata de
fotografías en las que irrumpen criaturas fantásticas, dónde los personajes
parecen, con su sola mirada, hacernos salir de los bordes del cuadro para crear
escenas que se desarrollan más allá de la ilustración, en nosotros mismos y en
nuestro propio cosmos o, bien, para ver el desarrollo de los posibles universos
que se esconden en algo tan sencillo como una madre selva sobre una pared.
También hay
ilustraciones que funcionan de manera opuesta, dibujos que perfilan situaciones
que son intervenidas por las posibilidades fotográficas del fondo, como aquella
donde una pareja parece charlar y es en su propia ropa donde las palmeras y el
mar son las encargadas de resignificar los sentidos que la escena pueda tener.
Existen también las que
sugieren una toma de postura ante el destino, justo aquellas donde personajes
diminutos aparecen frente a las fuerzas titánicas de las olas, el viento o la
oscuridad en una espera calmada que parece buscar el diálogo, el contacto y la empatía
más que la simple contemplación de un destino terrible o inevitable. Momentos
donde, además, la música juega un papel importante para definir la actitud con
que se habrá de enfrentar a dichos mundos, y expresa los alcances de la fuerza
y la inventiva humana.
Y hay también aquellas
que, a pesar de emplear una sola técnica, son intervenidas digitalmente
mediante ruidos y rayones cuyo caos enfatiza el doble marco de inverosimilitud,
tanto por las imágenes en sí, de talante fantástico, como por el hecho de que
aún inmersos en dichos mundos se nos expresa que nos hallamos ante algo
ficticio y creado más allá de ese primer nivel de fantasía.
Finalmente destacan, en
este mismo grupo de imágenes, aquellas que no combinan técnicas de manera
evidente: ilustraciones “tradicionales” que mediante el contraste cromático nos
llevan a transitar paisajes apocalípticos de trazos recargados que invitan a
entender el fin de los tiempos de la manera en que Hayao Miyazaki lo hace en su
película Ponyo en el acantilado: como
un páramo que hemos de transitar llenos de amor y de ánimo contemplativo, llenos
de un asombro candoroso que no sucumba ante ninguna clase de desesperación.
Es así como las obras
que el Elefante Amarillo nos presenta buscan conectar con un observador que forme
una historia a partir de cada imagen, pues cada una apuesta por nuestra
capacidad de lograr sentidos posibles e imposibles, mediante el empleo de la
imaginación. Obras que claramente pretenden mover nuestras emociones, nuestros
recuerdos y nuestra capacidad de ficcionar, y no sólo postrarnos ante
figuraciones abstractas.
R.
T. G., febrero de 2016
disfruta el sueño...
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