¡échale incapaz!

Noviembre-diciembre son los meses de los asesinatos a los músicos de los narcos, apenas salíamos de los tributos al compa Vale y hoy nos enteramos que el movimiento del parasito duranguense perdió a uno de sus grandes exponentes, Sergio Gómez, torturado y abandonado en Michoacán... y eso que el viernes pasado, la dama del sentimiento Sayda Aidé, fue rematada en un hospital en Tamaulipas, los sicarios no descansan, las afrentas al honor tampoco...

Por años algunos reaccionarios imaginaron (imaginan) que el rock es la música extrema de las últimas generaciones, que los rituales satánicos de algunas corrientes del merol no pueden ser superadas en perversión, que el tridente de neptuno que forman con los dedos de la mano, confundiéndose con unos cuernos, ensalza la consigna "sexo, drogas y rocanrol" que imaginan insuperable... pero el rock es apenas un poco más que marketing y agrupaciones con nombres de nenas fresas. NO. Lo de hoy es la onda grupera, extrema en verdad pues encarna el México del que se alejan los rockers, el país que no conocen (que no conocemos): los narcos, su eficiente diversificación de mercado y sus inflexibles códigos de honor y lealtad.

Sólo nos queda encomendarnos a Malverde o a María Auxiliadora y esperar que intercedan para que los corridos que cantamos totalmente ebrios lleguen a los oídos de Dios en forma de letanías: "Sin ti yo no soy el mismo, eres mi credo, pedazo de cielo, abrázame juerte, mi trebol de buena suerte, prefiero morir junto a ti a no verte" una profecía moderna, una premonición de que hasta en la música abominable se pueden rescatar los sentimientos más humanos, y entiéndase por humanos los más bajos...

disfruta el sueño eterno...