Indisciplina podcast

defensa apasionada del miguelito



Mierda de gringos con sus normas de competencias laborales, sus sistemas de gestión de calidad y sus organizaciones estándar internacionales, mierda sus normas oficiales e instituciones certificadoras, mierda la Food and Drug Administration, mierda ellos por cobardes, agachados y macilentos, ciudadanos bofos y cobardes, mierda elevar el nivel de vida, mierda la protección al medio ambiente, mierda sus venas llenas de colesterol y su tejido adiposo, mierda todo su mundo y todo su sistema de creencias.

Lo que su estrechez (gringos de mierda) no les permite ver es que la golosina miguelito, ese polvo alquímico capaz de provocar epifanías seculares y transfiguraciones faciales más profundas que la de Jesucristo junto a Moisés y Elías es un verdadero regalo de Dios a los sentidos.

El miguelito es una auténtica golosina de todos los sabores (que hace ver a las grageas de Bertie Bott como la creación artesanal de un mero aficionado) es dulce, es salado, es ácido, es amargo, es picante y por si fuera poco tiene fécula de maíz para que la sensación sea homogenea, ante esa revelación, solo comparable al descubrimiento de la vainilla por Tlacaelel, el hecho de que tenga un poco de plomo no lo hace sino más sagrado, más transgresor, porque lo bueno cuesta y el mejor precio que se puede pagar es la propia vida...

Lo que quiero decir: que vale la pena morir por comer un miguelito, por provocarse esa orgía en la lengua, y que quien lo coma, seguro es porque merece la muerte, pero no la muerte común en un ataud y el llanto de los seres queridos (y no importan todas las prohibiciones que se hagan para evitarlo -gringos de mierda-), no, morir con un miguelito es como ir a dar a la fosa común, un verdadero acto de rebeldía en una época desinfectada...


disfruta el sueño...

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