Indisciplina podcast

silencio


Esta madrugada se marchó… Ella lloró desconsolada y maldijo a los sicarios de las sombras, sus ojos eran un ópalo de fuego velado, pero también obsidiana húmeda, tenebrosa, amargamente melancólica ¿Mis ojos? Furia yerma y humeante, no puedo lagrimar más que bocanadas de alquitrán, así que lloro hacia el interior.

El perro daba vueltas por la casa, cuando finalmente logró salir lo olisqueó con avidez, pero su gato no estaba ahí, su gato no era ese cuerpo inerte y tibio, no era esa criatura que se ahogó en medio de la noche, su gato rondaba por la casa y quizá jugaba escondiéndose bajo el auto.

Es de madrugada y no puedo dormir, ahora entiendo por qué los humanos cavamos tumbas, lo sospeché desde hace mucho, pero sólo ahora lo comprendo: el golpe del pico y la pala en el duro tezontle, en la tierra flácida, en los agrios cuerpos de los anélidos, de los moluscos, de los arácnidos… cavamos tumbas por furia, es un acto egoísta, más iracundo que doloroso, más vindicativo que luctuoso, aunque el duelo nos motive, es la rabia nuestro alimento…

El tazón de carne se queda servido y un par de ojos brillantes se asoman por la esquina. Se fue. Pero esta mañana el plato amanece vacío… lo más odioso de la muerte es la vida misma, que marcha en una vorágine apática devorándose a sí misma y arrastrándonos con ella en su indiferencia, porque el duelo es tan íntimo, tan imaginario, que únicamente existe donde nadie más puede tocarlo…


disfruta el sueño eterno...

Comentarios

  1. Hola.

    Soy del Colectivo Carrousel, donde dejaste un texto muy bueno.

    El motivo de éste mensaje es para pedir tu autorización para utilizar un fragmento de ese texto en una actividad de mi clase de Literatura Mexicana. Claro que quedará de manifiesto que el texto es de tu propiedad.

    De antemano te agradezgo y espero una respuesta.

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