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Soy un apático para muchos temas, entre ellos el fútbol, ayer perdió el Pachuca contra el Morelia y yo me enteré hoy en la mañana, ahora tiene que empatar o ganar para entrar a la liguilla, se rumora también que, dadas las condiciones actuales, el Chivas puede ganar la Libertadores y la selección mexicana podría llegar hasta las semifinales en el mundial.

Pero a mí no me importa.

Como tampoco me importan otros temas. Por ejemplo, hasta hace un año todavía iba religiosamente a anular mi voto en cada elección (ya sabes, marcas más de una opción o pones groserías en todos los cuadritos o votas por un candidato no registrado), anulé para gobernador, para diputado y para senadores, dos veces en mi vida voté por el PRI y una por el PRD, nunca por el PAN y a quien vota por el PAN, normalmente le dejo de hablar. La última vez que voté fue por Victoria Ruffo, pero ella no ganó, sino su viejo.

Para estas elecciones tengo planeado aplicar el acto de apatía suprema, la abstención, he decidido sumarme a ese 60% de los mexicanos que no acudirán a votar el 2 de julio. Pero a diferencia de ellos no lo haré sólo porque me valga madre, porque piense que de todos modos nada va a cambiar o porque no pude llegar o perdí mi credencial, NO, yo lo haré como una protesta contra la política coprocrática (el terminito lo escuché hace como dos meses en telefórmula, es la onda) y contra los sueños húmedos de democracia que tienen enfermo de niebla a mi amado México, no me extenderé más por el momento.

Mi rock es no votar.

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