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sobre Nietzsche y otros viajes

No, de hecho no voy a hablar mucho del súper hombre, ni mucho menos de cuando el buen Zoroastro reencarnó en Jesucristo y guió por segunda ocasión a la humanidad hacia conocimientos más profundos y elevados, vamos, ni siquiera de los sermones montañescos que el hurañísimo Zoroastro solía dar al pie de (precisamente) su montaña meditativa.
Tampoco tengo intenciones de mencionar la semiología de las pasiones, ni apologías de la violencia racial, ni sus composiciones musicales o su amistad y devoción por Wagner.
Tampoco voy a ponerme a despotricar en contra de Kant (curioso que éste en algunas universidades tenga una materia dedicada a él, mientras que nuestro crítico de la razón pura sólo es mencionado de vez en cuando y no en todos los cursos, pobre).
Admito que, a pesar de que Nietzsche alguna vez tuvo el orgullo de contarse entre las filas de la Hermandad Blanca de San Isabet, yo realmente no sé mucho de él. Algunos amigos han quedado severamente dañados por sus teorías, se tragan completita esa idea del súper hombre y de repente aprenden a ir por la vida con una actitud prepotente, pseudocrítica y combativa, o se hacen chaquetas mentales pensando que son hombres superiores y nadie está por encima de su suprema preciencia.
Pero no es de eso de lo que voy a hablar.
La Voluntad de Poder es de lo que quiero hablar, y ni siquiera desde la perspectiva de Nietzsche, no, simplemente se me ocurrió que la voluntad de poder es el mal necesarios que la naturaleza nos ha dado.
El poder viene de la fuerza, como las fuerzas físicas por ejemplo, nadie podría oponerse por mucho tiempo a la gravedad, a la inercia o al magnetismo ¿verdad? esas fuerzas ejercen un poder, cuando se logra determinar que no tienen oposición que perdure o las cambie entonces se crean leyes que nos impidan tratar de cambiarlas. Las leyes son la sistematización del poder.
Para alguien como este Santo Católico que escribe, el poder nunca ha estado entre las metas de su vida, en mi humilde opinión el poder y el dinero son medios para realizar obras en bien de la humanidad porque atraen y encauzan las fuerzas humanas; solos, como fin y no como medio, el dinero podría volvernos locos y el poder, estúpidos.
Existe otra manifestación del poder: la responsabilidad, y esa sí es una enfermedad que me aqueja. Mientras el poder es como un erizo de mar, monstruoso y lleno de espinas, la responsabilidad es el mismo erizo sin espinas, ya no se ve tan feo, incluso se le forma una bella estrella de cinco puntas... pero sigue siendo venenoso.
La responsabilidad llevada al extremo te puede convertir en una bestia similar al visionario Hitler quien, convencido de que los judios eran una raza que acumulaba karma negativo, decidió aniquilarlos e imaginar un mundo lleno de humanos evolucionando. Eso es responsabilidad: traumar a tu hijo para que aprenda moral, aplicar programas paternalistas que lo único que hacen es hacernos más huevones, estúpidos o dependientes.
Aunque de eso nunca habló Nietzche ¿O sí?
disfruta el sueño...

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