el arte de la impureza

Espero de corazón que Enrique Vila-Matas se haya dejado interceptar en ese desayuno que organizó la editorial en su visita a México. Espero también que haya firmado ese ejemplar del Dietario voluble. Espero haber entendido tan mal que la próxima vez haga una cita pueda decir algo así como "Hay veces que he preferido seguir leyendo a fulano en vez de ir a que me firme el libro porque está más bueno su texto que la presentación editorial que está dando aquí al lado".

Los diarios literarios pudieran no ser el futuro augurado a pesar de todo lo que permiten y prometen.

El juego de la falsa modestia: un diario "personal" escrito con miras a publicarse es como cuando Borges decía que él no ponía sus libros junto a los de Chesterton.

La postmodernidad nos demuestra que todo es publicable, aunque no todo valga la pena. Hoy que hay novelas-blog, poemarios-blog, o ensayos-blog (juegos de impureza deliberada), el mundo voltea hacia todos lados en busca de originalidad.

Me gustaría entrar con el juego de los aforismos. Tengo cientos de paráfrasis anotadas en un libreta, reflexiones sobre la literatura, no del oficio de escritor, sino del oficio de escribir.

Ninguna es mía.

La idea es versionarlas. Un tributo, una paráfrasis, una tergiversación. Citar.

Apelar a la impureza, ensuciar artísticamente. Escribir con el mismo método de aquellos discos a los que los músicos, después de grabarlos impecablemente, suben los delays y los filters en el Protools. Llenarlos de ceniza como los videos de Sigur Ros. Subir la distorsión de la batería como disco de los Flaming Lips. Poner el hiss y el roce de la aguja del tocadiscos para dar a un producto inocuo. Una ilusión de Lo-fi. Escribir en retro. Escribir en monaural. Interpretar. Intercalar la pureza con el ruido.

Y hacerlo con dolo. Con la intención de que esas "reflexiones personales" sean publicables.

disfruta el sueño...