pequeño Diógenes de bolsillo

Más que opuesto, antípoda, antónimo o némesis, el pequeño Diógenes es el antagónico del pequeño Sócrates o más correctamente un complemento, sí, pero también un adversario moral... recordemos que Diógenes era un cínico y un asceta, así que mientras el pequeño Sócrates representa la moral en su aspecto más perfectible e inflexible (sin olvidar que el mismo Sócrates fue precursor de la escuela cínica), el pequeño Diógenes representa la búsqueda cínica de la moral, el pragmatismo y la lógica absoluta...

Diógenes no es, por tanto, el diablo en mi conciencia, ni Sócrates mi ángel... esa dicotomía está bien para los niños, para los idiotas, para los crédulos y para los fanáticos, pero no para alguien que, conciente de su finitud y su imperfección ha tomado como modelos de conciencia precisamente a Sócrates y Diógenes, asesinado por políticos ignorantes, uno, ajeno a todas las motivaciones de los ciudadanos, el otro... ambos, seres sin obra, a quienes conocemos porque otros que les prodigaban admiración decidieron insertarlos en la historia... ¿Y no es acaso la conciencia la que no escribe sobre sí mientras el hombre no deja de insertarla en la realidad?

Mientras Sócrates condena el robo y la injuria, Diógenes dice “Robar un libro es lícito cuando éste será más valioso en tus manos que en las de su dueño”. Sócrates cree en los Dioses y en los Maestros, me orienta y me hace parir ideas, Diógenes sigue dentro de su barril, linterna en mano, hurgando todas las cavernas de mi inconsciente buscando en mis ideas un mínimo de virtud.

El par de santos invisibles, uno a cada lado de mis hombros, son pequeños senderos en mi enfrentamiento cotidiano, tampoco quiere decir que sean los únicos, en algún lugar de mi conciencia hay un pequeño Aristóteles de bolsillo que de moral nada pero es lógico y justo; el pequeño Platón cree en los mundos mejores y en la bondad; el pequeño Hegel y el pequeño Kant por ejemplo fueron asesinados por los pequeños Nietzsche, Schopenhauer, Heidegger, Kierkagard y Sartre de bolsillo y así sucesivamente, pero no son grandes, no son polos, no son faros, no son hemisferios, no van más allá de un archipiélago de complementos a este laberinto intelectual que es la virtud cotidiana...

disfruta el sueño...