Indisciplina podcast

Y acaso alguien ha notado que soy triste

Exilio
rafaelgarcía

I
Somos obreras de hormigas rojas que alimentamos al ejército, a las jóvenes larvas y a la Reina; Recolectamos granos, cavamos túneles, hacemos expediciones, criamos a las ninfas, cosechamos el pasto y ordeñamos al verde ganado. Una de nuestras actividades más importantes es cuidar los hongos del hormiguero porque es nuestro mejor alimento en periodos de sequía, los expedicionarios cuentan que, luego de abandonar un hormiguero, esos hongos, que se mantienen quietos y estables por nuestras avanzadas técnicas agrícolas, se convierten en una autentica plaga que pudre a los túneles deshabitados.
La Reina dice que la clave está en nuestra saliva, no sé que tenga pero es venenosa para los hongos y para algunos de esos irremediables animalitos, invisibles a nuestros ojos, que todo lo habitan.

II
La nuestra es una sociedad de exactitudes: eficiente, pertinente y relativamente equitativa, somos el pináculo de la autorregulación, de la organización, del reciclaje, cada una sabe exactamente qué debe hacer y en qué momento; tenemos una precisión cibernética y somos el punto más elevado de la evolución del automatismo al igual que nuestras enemigas, las abejas y las termitas.
Únicamente estamos sujetas al capricho de los dioses ¡Y son tantos! algunos nos visitan muy seguido, otros en cambio son efímeros, se manifiestan de las más distintas formas: Algunos son enormes rocas que se colocan sobre nuestro hormiguero obligándonos a cavar nuevas entradas; otro es el Sol en su forma más furiosa, nos carboniza; otros vienen como un agua desmesurada que todo lo invade, desde las alturas o desde el suelo mismo; otros nos ofrecen manjares de exóticos sabores o son criaturas gigantescas que nos devoran; los más comunes sencillamente nos aplastan sin explicación alguna.
Se podría decir que consideramos como un dios a todo aquello que escapa a nuestra medición o inteligencia; Ante esa incomprensión por sus tremendas facultades hemos tratado de descifrarlos, de rendirles tributos que los regulen y nos den sus favores, pero todo es inútil, incluso tratar de comprender su lógica y su forma, me aterra pensar que si hemos de evolucionar hasta volvernos uno con esos dioses lo hagamos con una mentalidad tan caprichosa, incluso me pregunto si ellos tienen sus propias fuerzas incomprensibles a las que aspiran.

III
Somos una maraña desordenada en el pasto mientras buscamos granos, hongos, semillas o pulgones para convertirlos en ganado. 12,742 camina entre las rocas rojas alrededor del hormiguero, lo considero la hormiga más cercana a mí porque yo soy el 12,743. Es natural que al llevarse nuestras existencias unos cinco segundos de diferencia, él y yo tengamos una unión fraternal más estrecha que con el resto de nuestras hermanas.
Mi hermano encuentra cerca de una sombra un grano de avena dulce y duro dentro de una cueva de metal, a su lado está el cuerpo de una palomilla, una criatura grande de mal sabor, pero que nos ayudará mucho en los días helados.
Me acerco al insecto y lo pruebo con mis mandíbulas para ver si es comestible, degluto su carne amarga y fibrosa; al terminar me viene una sed tremenda. Bebo de un charco entre el pasto, sobre el agua hay un enorme caracol muerto y abierto, seguramente alguna criatura se lo comió por dentro, ¡Me sabe tan extraño este líquido, tan grumoso! Regreso a la faena… sigo con sed pero no de agua, es de otro tipo, una que está más allá de todo lo que he sentido como hormiga… es como si el cuerpo de la palomilla me hubiera contagiado los desesperados anhelos que tuvo antes de caer.
Otras hormigas se acercaron a mí para recoger el cuerpo de la mariposilla cuando vemos que 12,742, con su grano de avena a cuestas, es aplastado por un dios así sin más, únicamente lo elige a él y lo mata.

IV
Ahora el dios se aleja rápidamente.
El resto de las hormigas van hacia la palomilla pero, al ser 12,742 aplastado cerca del hormiguero y ser yo el más cercano a él, mi propio automatismo me impulsa a cumplir una orden… jamás he escuchado esa orden pero debo realizarla ya: Mi amigo huele a muerte, es posible que nuestros depredadores, llamados por su olor, enfilen sus legiones militares al hormiguero y lo invadan, eso es algo que nuestra civilización no se puede permitir.
Así que tomo el cadáver de la hormiga con mis patitas delanteras y me lo echo a cuestas, comienzo a caminar alejándome del hormiguero.

V
He caminado mucho, he bebido toda el agua que puedo y sigo con sed, creo estar suficientemente lejos de mi hogar por lo cual ya no corre peligro, paso cerca de otras ciudades de hormigas, es necesario que camine por la tierra de nadie que existe entre dos hormigueros que han estado en guerra, de lo contrario seré atacado, impregnando mi olor en otras hormigas, llevándoles la desgracia que evité para mi colonia.
Finalmente encuentro un lugar donde dejar a 12,742 sin que afecte ningún hormiguero, así que lo deposito y camino de regreso.
Pero al alejarme de él me percato con resignación que su olor no desaparece porque se ha impregnado a mi cuerpo, huelo como él, ya no puedo regresar ni pedir asilo…

VI
Vago entre la selva de hierba, esperando por varios días que el hambre me derrote, vuelvo a beber y sigo con sed; considero que sería mejor morir entre las fauces de alguna otra criatura luego de una cruenta lucha, me acercaría sigilosamente a ella para que me percibiera, vendría a mí, atraída por esta pestilencia que me acompaña, así al menos sería útil… y ahí está finalmente, esa araña servirá.

VII
Pero la criatura da de bruces en el polvo, me acerco a ella, me observa sin ganas de devorarme, percibo en sus múltiples ojos esa angustia que sólo es visible cuando se acerca el final de la vida, eso y un dolor interno que ha padecido por mucho tiempo, con un último esfuerzo me indica que me aleje de ella lo más rápido posible.
La araña expira frente a mí, en su mirada veo reflejada la mía y son idénticas.
Al rodear al enorme arácnido soy testigo del esfuerzo de una cansada avispa que emerge del abdomen desgarrado, tras un momento de inmovilidad sacude sus alas húmedas y su cuerpo bañado en sangre, sus ojos negros e infantiles reciben los destellos matutinos, aún tiene esa expresión ávida y desconcertada que caracteriza a las ninfas, percibe mi presencia con sus antenas que se mueven acompasadamente, me observa detenidamente y emprende el vuelo, ignorándome.

VIII
¡Debió devorarme! No comprendo por qué no lo hizo, ¿Tan repugnante es la peste de una hormiga viciando todo su alrededor?
Pero hay algo más, es una certeza que tengo ahora que mis mandíbulas se atrofian y han comenzado a moverse solas intentando devorar un bocado inexistente, caigo en la cuenta de lo que pasa, el caracol muerto, el agua turbia, experimento la misma sensación que debió carcomer a la araña en sus últimas horas.
Son los gusanos planos, seguramente fue lo que sentí hace muchos días al beber del charco, ¡Qué irónico! Siento cómo suplantan cada pedazo de carne dentro de mis mandíbulas con sus viscosos cuerpos, se apoderan de mí mientras avanzo desesperadamente entre una selva de hierbas, de esas plantas que no son comestibles.

IX
Mi andar incontenible se prolonga, me siento invadido por el hambre y la desesperación mientras me convierto en el banquete de quién sabe qué criatura, porque afirmar que son gusanos es una idea inmediata, la forma más sencilla de explicarme este proceso nublado.
Al llegar a la selva verde veo los gigantescos árboles que albergan algunas colonias, inútil sería pedirle ayuda a las hormigas, el impulso desesperado me lleva hacia el pasto.
Comienzo a escalarlo hasta llegar a la punta, en ese instante escucho las voces de las criaturas que resuenan dentro de mí, deciden que ya está bien, no sólo dominan mis mandíbulas sino andar entero, me llevan a donde quieren, me hacen morder fuertemente el pasto dejándome trabado, a merced de los incomprensibles dioses que pastan, los gusanos dicen que es ahí donde quieren hospedarse definitivamente ¡En un dios rumiante! Me mantengo mordiendo la planta mientras el Sol quema mi cuerpo, en un momento más moriré entre las fauces de alguna criatura, seré devorado por fuera y por dentro.

X
Tengo sed. Recuerdo al pobre 12,742 y me doy cuenta que estoy en esta situación por su causa, reflexiono si realmente estoy sólo, después de todo los seres en mi cuerpo me guiaron hasta los dioses, ellos compartirán mi ascenso al misterio, ¿O será que yo compartiré el suyo?, ¿Cuántas criaturas trascenderán con cada muerte?… ¿Cuántas morirán realmente?

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