Indisciplina podcast

por entregas

Antes de que el cerebro termine volviéndose un licuado energético en mi recipiente craneal, quiero seguir disfrutando el sueño... la horrorosa pesadilla que representa seguir viviendo, sintiendo cada centímetro cúbico, cada olor, cada segundo transcurrido en toda su extensión y consecuencia.
Ha sido muy dificil mantener la lucidez, los pocos lapsos de ésta los utilizo para ser productivo en mi trabajo (ja, qué buena broma), para cumplir en mis talleres literarios, para no parecer un oligofrénico con la novia (de que se enoja, se enoja y no hay quien la consuele), para ir a comer a casa de madre, para aconsejar moral e intelectualmente a hermanas, primos y uno que otro amigo que se deje. La lucidez me permite cambiarme los calcetines diario y no ser un borracho, me recuerda que todas las noches hay que ver toonami y que los fines de semana hay que barrer y trapear el cochinero en el que duermo.
Fuera de eso es nula, inexistente, improbable, fantasiosa, utópica, divina.
El problema radica en que yo deseo comprarme un coche, si me lo preguntan yo preferiría alguna de esas naves viejas. Un valiant azul sería ideal. Sería yo. Pero la lucidez no se esfuerza por conseguirlo.
Tengo tal lentitud para tomar decisiones que rayo en el autismo, puedo ser insultado y responderé dos o tres minutos despues con alguna frase obtusa o demasiado evidente; ante el dolor mis conexiones nerviosas serán equiparables a las de un saurio del triásico tardío, la diferencia es que yo no poseo un segundo cerebro en el culo (léase: nudo de nervios en las vértebras lumbares) como aquellos reptiles terribles, yo no poseo dos caras (como el brontosaurio-apatosaurio).
Conozco la causa de mi falta de lucidez, quizá esa es un muestra irónica de que aún la poseo, es la depresión filosófica que raya en lo existencial, esa sensación constante de no ser, de no estar, de no entender, de no nada.
Lo único que puedo hacer (razón original de esta intervención esquizooide) es dejar una pregunta al aire: ¿Recuerdan que en el siglo XIX y antes se estilaba la novela por entregas (No, no lo recuerdan imbécil, no habían nacido), qué tan descabellado sería hacer otro weblog e incluir una novela por entregas en él?
Eliminaría los derechos de autor, sería una obra anonima, quien sea podría adjudicársela, mi nombre no importaría, sólo la trascendencia de la obra, si es que tiene alguna, mi novela podría ser de cualquiera, pertenecer a todos, iría más allá de mí y me permitiría morir tranquilo, porque así no seré recordado...
disfruta el sueño...

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