Indisciplina podcast

sobre ángeles y demonios

El santo católico apostólico y romano que esto escribe quiere manifestar su profunda consternación ante las llagas que ha abierto en su costado la lectura de esa joya de la literatura moderna que es "Ángeles y Demonios" precuela del Código Da Vinci del gringo inescrupuloso a quien todos odiamos pero secretamente todos quisieramos escribir como él y disfrutar inescrupulosamente de las ganancias de esos libros: Dan Brown.
El libro en sí, no es malo, de hecho me he dado la divertida de mi vida con los diálogos infantiles de camarlengos, cardenales, guardias suizos, hassasins, físicos, maestras de yoga y eruditos de la simbología religiosa. Nada más profundo que las palabras del hijo de un artista y un matemático que sueña con esc(upir)ribir literatura.
El motivo de esta intervención es, sin embargo, la duda que ha quedado sembrada en mi mente cuando al camarlengo Ventresca se le revela que es fruto de la inmaculada concepción de su padre, quien también es sumo pontífice, y su madre, una monja que abandona los votos, pero como los dos son santos y previamente he dicho, sin sarcasmo (deveras), que la concepción fue inmaculada, resulta que realmente no le dedicaron todo el tiempo y el esfuerzo que se requiere en la confección de los vástagos... no, resulta que el sa cerdote ese fue un niño de probeta, que sus padres no se acostaron nunca y que él seguramente se gestó dentro del útero de alguna de esas britanicas que alquilan sus vientres como incubadoras.
Y entonces me pregunto ¿no que si uno crea un Frankenstein, éste carece de alma? ¿acaso ese sacerdote no dejaría de tener alma según los dogmas de la misma iglesia caótica?
Sí, sí, sí, ya sé, y no olvido que estoy pisando terrenos literarios, donde el ilógico no es como en este mundo, sino que llega a ser bello e incluso ético, pero ya me imagino a mis colegas eclesiasticos haciendo millonarios a todos los laboratorios del mundo con pedidos similares, tan sólo para tener a un niño revoloteando a su alrededor que mira impotente como todos se dirigen a su progenitor con el apelativo de "padre" mientras él sólo pude dirigirse a él como "señor cura" o en el mejor de los casos "tío".
Me da la impresión de que el cándido Down Brown nunca ha leido el Decamerón de Bocaccio, que más que Decamerón es "de camarón" por todas las picardías cometidas por mis colegas del clero allá por el quatrochento.
En fin, regresaré a las mazmorras a seguir fabricando homúnculos en retortas selladas, igual y al rato les puedo decir "hijos míos" nomás porque están hechos con mi esperma... por si alguien lo dudaba, además de santo caótico apoteósico y marrano, me dedico a esa labor santa que es la alquimia.
disfruta el sueño...

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